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Acción directa, propaganda por el hecho y violencia

Sábado 27 de abril de 2013, por SOV-Málaga

El último número de El Fuelle, órgano de expresión y combate de las Juventudes Libertarias, recoge un amplio e interesante artículo sobre la acción directa y la propaganda por el hecho en donde se defienden estos dos conceptos en su correcta acepción, por cuanto “representan la más alta expresión de la organización y el quehacer del proletariado libertario”. El texto lleva la firma de las JJLL de Gijón y lo reproducimos a continuación:

AA estas alturas de la película a nadie le resulta sorprendente ya el tesón con el que, desde fuera de los ámbitos libertarios, se insiste en atacar al anarquismo de todas las formas posibles, un ataque global, bajo la acusación de ser una ideología utópica, caótica y violenta. Incluso los anarquistas hemos llegado a ser calificados como “bandidos con carné” [1].

Estos ataques han provenido, ya desde el siglo XIX, de gran variedad de estamentos e ideologías, el estado, la iglesia, los mass media, gran parte de la intelectualidad, marxistas, liberales, socialdemócratas… todos hacen referencia e hincapié en que el anarquismo es una concepción ideológica utópica – ¿Acaso hay alguna que no lo sea? – , intrínsecamente desorganizada – refiriéndose con esto a la horizontalidad – y estrechamente ligada a la violencia…

Como tratar de defendernos de las tres clásicas vías de ataque – utopismo, organización y violencia – da para un libro bien gordo – como el de Petete -, y nada más lejos de nuestra intención, hemos decidido centrarnos en un aspecto muy concreto pero de gran relevancia a nuestro juicio, el pernicioso, malintencionado y falaz ataque con el tratan de desprestigiarse las herramientas del trabajo propias del anarquismo, a saber: la Acción Directa y la Propaganda por el Hecho asociadas indisolublemente con la violencia, sinónimos, dos caras de la misma moneda.

En esta situación, de la que repetimos nadie puede abstraerse, es de vital importancia la defensa de estos dos conceptos – en su correcta acepción -, por cuanto representan la más alta expresión de la organización y el quehacer del proletariado libertario. Por ello, para defenderlos, hemos de conocer que son en realidad y tenerlos bien claros y presentes en nuestra militancia diaria.

La asociación de la Acción Directa y la Propaganda por el Hecho, con la violencia se encuentra institucionalizada en la sociedad. Institucionalizada no solo porque políticos y medios de comunicación se empeñen en asociar ambos términos – siendo solo los últimos los capaces de tener éxito en su tarea -, gratificantemente, para ellos, apoyados por ordas de estúpidos que esperan ver nacer la revolución entre dos contenedores en llamas. No. Se encuentra institucionalizado en la medida en que la R.A..E., historiadores, grupos editoriales “serios”, etc. toman y presentan al anarquismo en general, o a la Acción Directa por ejemplo, como conceptos hermanados con la violencia. A nuestro modo de ver las consecuencias de ésto son mucho más graves, a los políticos nadie nadie los escucha ya – al menos para bien -, la labor de los mass media en ocasiones llega a resultar contraproducente – como está sucediendo con el término antisistema, nuevos diablos del S.XXI que consiguen el apoyo de pérfidos ciudadanos poseídos -, pero si quien lo dice es la R.A.E., Stanley Payne o la editorial Vincens Vives será que es verdad.

Así las cosas no resulta para nada raro leer afirmaciones tales como que los anarquistas “trataban de extender su ideal mediante la Propaganda por el Hecho/Acción Directa realizando atentados con los que esperaban una respuesta favorable de los obreros que desencadenara la revolución”.

Afirmaciones como ésta, por un lado, nos arrancan una sonrisa pues se puede obervar objetivamente el gran número de “estúpidos con carné” – de historiador, de intelectual…- que hacen buenas las “Leyes fundamentales de la Estupidez Humana” de Cipolla. Pero por otro lado duele, y mucho, ver como se atenta contra la verdad y el significado de los términos, ver como se prostituye la historia.

Pero si nos duele tal visión por parte de aquellos de los que poco o nada podemos esperar ¿Cuánto más no ha de dolernos la errónea interpretación que se da a ambos términos, en innumerables ocasiones, por parte de nuestros propios compañeros – o pseudocompañeros -? Por parte de aquellos que debieran combatir con toda su voluntad el manipulado discurso del sistema, tratando de hacer ver que en realidad Acción Directa y Propaganda por el Hecho son lo que son y no lo que otros, lo que la burguesía, lo que el estado, quieren que sea.

Esos “compañeros” que familiarizan la violencia en sus más distintas formas con nuestro quehacer diario, ligándola y haciéndola intrínseca, inseparable, de la Propaganda por el Hecho y la Acción Directa – y por ende del anarquismo -, flaco favor le hacen a la idea que pretenden defender, pues justifican y acaban convirtiendo en realidad lo que en origen no es más que una mala mentira. Este fetichismo de la violencia – tanto pasada como presente – en el que muchos, aunque sean una minoría, se recrean contribuye a falsear la historia otorgándole un protagonismo en la idea libertaria y en el movimiento que nunca ha tenido [2].

Por todo ello queremos contribuir, con las siguientes líneas, a mostrar, definir y difundir lo que son estos dos bellos conceptos que distan, y mucho, de ser unas acciones violentas y destructivas. Nada más lejos de la realidad, Acción directa y Propaganda por el Hecho, son dos conceptos constructivos, creadores y no violentos.

Acción directa

Quizá el ejemplo más claro sobre todo lo anteriormente expuesto lo encontramos en los libros de texto de bachillerato de la editorial Viçens Vives en los cuales podemos leer cosas como que “parte del movimiento anarquista optará por la acción directa” y organizará grupos autónomos revolucionarios con el objeto de atentar contra los pilares básicos del capitalismo: el estado, la burguesía y la iglesia” o que “la proliferación de atentados ahondó la división del anarquismo entre los partidarios de continuar con la acción directa y aquellos que propugnaban una acción de masas”. A parte de las mentiras que contienen ambas citas podemos observar además, una ignorancia flagrante del asunto que se está tratando al contraponer la Acción Directa con la Acción de Masas, puesto que Acción Directa no es otra cosa que Acción de Masas, son equivalentes, son sinónimos [3]

Del mismo modo ocurre cuando desde los propios círculos libertarios se considera que una acción directa contra una empresa/ institución/estado/persona pasa por reventar una cristalera, averiar una máquina o el mobiliario urbano, agredir a una persona, etc. En ese fatídico momento en el que la relacionamos con violencia, no solo se hace patente el desconocimiento de lo que es Acción Directa sino también el desconocimiento de lo que significa el sabotaje – o el boicot en su caso -. El gran problema es que existe un error de concepción básico y es que la Acción Directa jamás es una acción en contra de sino con, es decir, la Acción Directa busca negociación sin intermediarios entre la masas (las personas afectadas) y el ente o personas contrarias (los afectadores).

El problema reside en que el estado, el capital, los opresores en general, no estarán nunca dispuestos a negociar de partida – y menos con la masa – y si, con el paso del tiempo, lo están, es mediante sus reglas impuestas (Acción Mediada) por lo que suele hacerse necesario, por lo que solemos vernos obligados, recurrir al boicot o a acciones de sabotaje, para obligar al empleo de la Acción Directa, que es la acción de la mayoría, y garantizar su éxito, que es el éxito de la mayoría.

Tras esta breve explicación pasamos a reproducir un extracto de un artículo Joan Peiró relativo a la Acción Directa en el cual se define y ejemplifica con claridad el término:

LA ACCIÓN DIRECTA

La acepción que en nuestros medios se ha dado a la acción directa es tan simple y pueril, que los adversarios hallan en ello motivos para calificarnos en las formas más despectivas. La acepción que generalmente se da a la acción directa es ésta: «Solución de los conflictos entre el capital y el trabajo tratando directamente patronos y obreros, prescindiendo de la Autoridad.» Repetimos que ésa es la acepción general, y no hay que decir que ella denota una pobreza universal y justifica las pullas y epítetos, provenientes, desde luego, de los que disimulan su ignorancia con la ignorancia de los demás.

Esencialmente, «acción directa» significa «acción de masas», y las masas obreras no solamente están interesadas en los problemas que se debaten entre el capital y el trabajo, sino que lo están asimismo en todos los problemas de la vida pública y social, sean ellos morales, políticos, jurídicos, administrativos, culturales, y cuantos se refieran al orden de la justicia y la libertad. Por eso mismo, si acción directa es solucionar los conflictos económicos-profesionales tratando directamente con la burguesía, prescindiendo de la autoridad, igualmente «debe ser y es» acción directa tratar directamente con la autoridad y con el Estado, el Municipio o cualquier otro estamento, en tanto los problemas a tratar y resolver se debatan entre la clase obrera y cualesquiera de dichas instituciones.

Veamos de aportar ejemplos.

Supongamos que es la autoridad gubernativa quien clausura un centro obrero u ordena la detención de uno o varios trabajadores y que esa detención, por ser gubernativa, es arbitraria.

Sería pueril reclamar a la burguesía el levantamiento de la clausura o la revocación de la orden de detención, por cuanto lo natural y lógico sería ir directamente a la autoridad gubernativa que tal decretara.

[...]

El plano característico del Sindicalismo es la acción directa, es la acción de masas, y es necesariamente preciso que sean las mismas masas las que practiquen la acción directa, las que por sí mismas traten y resuelvan los problemas que propiamente les interesen. Observando así el Sindicalismo, y adiestradas las masas, en la más amplia práctica de la acción directa, es incuestionable que ellas estarán en condiciones de prescindir, y probablemente prescindirán, de los partidos políticos que las dividen y distraen de su objetivo emancipador, y de los políticos que las explotan en su exclusivo provecho personal.

Y con ello se logrará el natural y absoluto deslinde de campos: a un lado el capitalismo y al otro el proletariado; aquí los explotadores, los victimarios; allá los explotados, las víctimas…

Sin transiciones, sin falacias redentoristas, tal cual en verdad es la realidad.

Una vez expuesta la cita nos encontramos con dos elementos importantes para nuestra argumentación. Por un lado, la Acción Directa dista mucho de ser una simple negociación capital vs trabajo, como normalmente se mantiene, y por otro, la Acción Directa no es violencia, tal y como sostenemos.

Habrá quien pueda decir en este momento que, aun aceptando la premisa de que en la teoría la Acción Directa no sea violenta, la realidad nos impone una contrariedad ya que las huelgas, las manifestaciones, etc. – que no son más que elementos de presión de esta herramienta – son acciones violentas.

Ni que decir tiene que tal afirmación está tan alejada de la realidad como la Luna de la Tierra. Si las manifestaciones, los piquetes o las huelgas [4] no son violentas per se – por mucho que algunos personajes aislados, dispuestos a que todos nos comamos 14 hostias con tal de quemar un contenedor, un cajero, etc. se empeñen-. Pero, si mediante el uso de la coacción, la amenaza y la violencia, se viola, se arrebata, nuestro legítimo derecho a la protesta ante una situación de injusticia y a la defensa de nuestros intereses, ¿Cuál ha de ser nuestra respuesta? Porque debemos recordar en este momento que una desobediencia civil pacífica también es punible, y con grandes penas – cada vez mayores -, por no hablar de que además te comes las hostias.

De cualquier manera, estas acciones no son acciones violentas, a no ser que se considere violencia el mero hecho de realizar una huelga, en cuyo caso resulta inútil cualquier intento de razonamiento con los interfectos, puesto que del mismo modo en que esto se considera violencia, es de suponer que no se considerará opresivo y violento el régimen de explotación económica y de opresión ideológica, moral y cultual al que nos somete el sistema capitalista.

En conclusión, podemos definir la Acción Directa como el arma política del proletariado. Acción de Masas encaminada a la resolución de conflictos entre el capital, el estado – política, administración, jurídica, moral, etc. – y el proletariado, realizable de una u otra forma, con tal o cual intensidad y acompañada o no de sabotajes y boicots según las exigencias del momento, pero siempre al margen de intermediarios.

Propaganda por el Hecho

Si ya la Acción Directa resulta conflictiva en su acepción común qué decir de la Propaganda por el Hecho. Concepto este que si puede ligarse nítidamente con la violencia, aunque solo de forma parcial y por una interpretación errónea de lo que, desde nuestro punto de vista, ésta significaba en un principio.

Esta vinculación proviene esencialmente de la última década del S. XIX, cuando se sucedieron gran cantidad de ataques contra políticos y burgueses dentro de una estrategia de lucha terrorista que algunos denominaron como Propaganda por el Hecho.

Sin embargo esta definición no hace sino referencia a una pequeña parte de lo que el concepto engloba en sí mismo, además entendemos que se trata de una acepción errónea por ser una interpretación a posteriori, puesto que el término cuando fue enunciado por vez primera no recogía en él la acción mediante atentados.

La “Propaganda por el Hecho” fue formulada por primera vez en 1876, en el boletín del a Federación del Jura, en un artículo de Malatesta y Cafiero en el que se decía:

“El hecho insurreccional destinado a afirmar los principios socialistas mediante la acción es el medio de propaganda más efectivo y el único que sin engañar y corromper a las masas puede penetrar hasta las capas sociales más profundas y atraer a las fuerzas vivas de la humanidad a la lucha mantenida por la internacional”

A la vista de tal formulación se percibe meridianamente que la Propaganda por el Hecho no responde a la violencia clásica atribuida al término, por mucho que algunos compañeros, en su error – y persistencia insistente en el mismo -, hayan acabado asociándolo de forma indisoluble.

Los atentados contra la vida de una persona son simplemente eso, atentados, no un hecho insurreccional por mucho que se le quieran buscar 3 pies al gato. Allá cada cual con la consideración en la que estime este tipo de acciones de carácter burgués [5]., aunque quizá no esté de más recordar, cuando los impulsos se imponen a la razón y el odio ciega nuestro entendimiento, aquella característica frase de los internacionales decimonónicos españoles “Paz a los hombres, guerra a las instituciones” – por mucho que las circunstancias puedan obligarnos, en ocasiones, a traicionar nuestros principios en base a la defensa de nuestra vida- .

Sin embargo si puede atribuírsele tal condición cuando la Propaganda por el Hecho se enmarca dentro de lo que si dice la primigenia acepción del término, es decir, cuando hablamos de insurrección.

La insurrección, como máxima expresión de la Propaganda por el Hecho, pretende llevar a la sociedad en modo de Anarquía en la práctica lo que generalmente se queda en libros y folletos, en palabras en general. Llevar a la práctica la teoría.

Ahora bien ¿Es violento llevar a la práctica la teoría? La respuesta que se impone es negativa en la mayoría de los casos, ¡Hombre! Si la teoría dice que ha de acusarse a un país de tener armas de destrucción masiva para, posteriormente, bombardearlo y adueñarse de sus recursos, amén de realizar un suculento negocio con la reconstrucción del mismo, podríamos concluir que sí, que es violento. Pero a la legua salta que no nos encontramos ante este caso.

Llevar a la realidad una sociedad organizada horizontalmente, basada en aquello de libertad, igualdad y fraternidad, en la que rija lo de: de cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades, sin el robo y la explotación que suponen la propiedad y el capital; no es violento. Pueden ocurrírsele a uno todos los adjetivos que considere oportunos, incluso los más peyorativos, pero el adjetivo violento no ha lugar.

Estando en esta situación la cuestión: ¿Dónde estriba la violencia del hecho insurreccional? ¿La violencia de la revolución?

La violencia, que ha de hallarse a la fuerza en algún lugar para hacer su aparición, no puede estar si no enfrente de quienes llevan o pretenden llevar la anarquía a la práctica. Y alguien podría echarse las manos a la cabeza ante tal afirmación, pero si algo nos ha enseñado la historia – que visto lo visto tal pudiera decírsenos que no nos ha enseñado nada -, es que las insurrecciones del proletariado se han caracterizado por su contundencia, pero también por su respeto a la integridad del enemigo de manera mayoritaria una vez acaba el enfrentamiento armado – aunque es evidente que siempre existieron y existirán descontrolados -. Los asesinatos a sangre fría son un rara avis dentro del proceso insurreccional del proletariado en general [6]., y del anarquista en particular, y generalmente no responden a directrices pactadas.

Pues sí, la violencia estriba en aquellos que pretenden defender al estado y al capital por cualquier medio, pues, ¿quienes son, si no ellos, los que arremeten con toda su fuerza contra un pueblo que en mayoría y libertad ha decidido regir sus propios destinos conforme a un sistema libertario y, mediante la opresión por el temor a la extensión del ejemplo, la aplastan con toda su fuerza y crueldad sometiendo a la mayoría por la minoría? ¿Acaso no es ésta la violencia? ¿Acaso es necesario mencionar cuál ha de ser la respuesta lógica cuando ponen en peligro tu propia vida? ¿Acaso no sería una estupidez no estar preparado para la defensa de una revolución?

Un buen ejemplo de estas insurrecciones podemos encontrarlo en el campo andaluz, que durante más de 60 años (entre los años 70 del S. XIX y los años 30 del S. XX) fue el paladín español de la Propaganda por el Hecho, tanto por sus acciones como por su extensión en el tiempo.

En las insurrecciones campesinas de este periodo los jornaleros asaltaban las tierras de los terratenientes, colectivizándolas y poniéndolas a su servicio. Al servicio de unas gentes que, literalmente, se morían del hambre que los señoritos les hacían pasar al pagarles salarios miserables y no permitir el cultivo de las tierras baldías, que no eran pocas.

Pues bien, estas insurrecciones, que lograron contagiar la ideología y el activismo libertario en toda Andalucía hasta la reacción de 1936, son un claro ejemplo de Propaganda por el Hecho y violencia, sí, violencia de los terratenientes, la Guardia Civil y el ejercito. Los revolucionarios, los jornaleros, ocupaban las tierras y las colectivizaban, como hemos dicho por un motivo muy sencillo: no morirse de hambre. Se acompañaba la insurrección generalmente de la quema de títulos de propiedad y, en ocasiones, de la muerte de algún capataz o incluso algún señorito y sus mercenarios, que se o p o n í a n mediante la fuerza de las escopetas a la ocupación de la tierra. Poca, muy poca violencia para lo que cabría esperar de unas gentes que se han criado sin el más mínimo respeto por parte de sus agresores, tratados como subhumanos, embrutecidos por la falta de acceso a la cultura. Personas que convivían con la muerte trágica a diario, hijos muertos por catarros desnutriciones, jóvenes y adultos asesinados por cazar un conejo en la tierra del señorito, huelguistas apaleados hasta la muerte y asesinados a tiros.

¿Cuál ha sido la violencia de tal ocupación? ¿Dar muerte a quien te recibe a tiros el día que decides tomar las riendas de tu destino y que te mata de hambre o te muele a palos el resto de tu vida?

Pero no concluye aquí el ejemplo, porque una vez colectivizada la tierra hacía acto de presencia la Guardia Civil o, en ciertos momento, el ejercito. Y es cuando aparecen las fuerzas del orden cuando la situación se torna trágica ya: los jornaleros son detenidos, apaleados o asesinados – a veces incluso las tres cosas, (y no tiene que ser precisamente por ese orden) -.

¿Ha sido violenta la Propaganda por el Hecho? Y si así es ¿Quién la ha vuelto tal?.

Podríamos entrar llegado este momento en el proceder de insurrecciones/revoluciones como las de Casa Viejas, Alto Llobregat, Octubre 34… en cuanto a forma y modo de la violencia revolucionaria y la violencia del poder. Pero no quisiéramos e x t e n d e r n o s en exceso, s i m p l e m e n t e diremos que no quisiéramos estar en el lugar de quien tuviera que defender la a c t u a c ión estatal.

Como hemos dicho, la i n s u r r e c c i ón es la máxima expresión de la Propaganda por el Hecho pero no la única, cuando nos organizamos de forma horizontal y federal, cuando ponemos en marcha CSAs, ocupamos pueblos, realizamos la Acción Directa, tratamos de extender el asamblearismo, la autoorganización y en general todo aquello que tiene que ver con la idea libertaria, estamos realizando Propaganda por el Hecho, propaganda con nuestros actos. Actos no violentos.

En conclusión, y para finalizar, creemos resulta claro que la violencia no se encuentra dentro de la Acción Directa, de la Propaganda por el Hecho ni del anarquismo, que la violencia se encuentra enfrente, que está en donde se difaman las palabras y las ideas. La violencia se encuentra en el poder que es quien ataca a aquellos que pretenden poner en marcha una alternativa, llevar la anarquía a la práctica y no en aquellos que se defiende de una agresión.

Aquellos compañeros que con tanto ahínco defienden y promulgan métodos que no le son propios al anarquismo están contribuyendo a sustentar la imagen confeccionada por el poder, y lo que es peor, a legitimar la represión ante aquellos a los que se pretende despertar con tales actos.

Herramientas de Clase

Como se puede observar a lo largo del desarrollo de estas dos ideas, la Propaganda por el Hecho y la Acción Directa son dos herramientas de lucha del anarquismo, pero más aún, son dos herramientas de lucha de clases, por cuanto éstas son utilizadas por una de las clases, el proletariado, para enfrentarse a la otra, la burguesía [7]

No ha lugar por tanto, ni dentro del anarquismo ni dentro de estas prácticas, para personas ajenas a la explotación económica del capital. Si puede haberla para las personas que viven bajo la opresión ideológica, cultural y política existente en el capitalismo. Aunque éstas también son soportadas en mayor medida por el proletariado – que por definición siempre será superior en número -, es innegable la existencia de pequeños burgueses (pequeños autónomos con asalariados), sometidos del mismo modo a esta tiranía.

Sin embargo, y pesar de todo, este grupo ha de quedar excluido del anarquismo, y por ende de sus tácticas de lucha, en base al concepto del plusvalor.

La plusvalía, la diferencia entre el precio de un producto en el mercado y el dinero recibido por el hacedor de ese producto o servicio – o sea el proletario -, no supone ni más ni menos que apropiación, un robo, del trabajo de una persona por otra. Esta apropiación es, evidentemente, llevada a cabo por el burgués, ya sea un pequeño autónomo [8] o un gran empresario, ya que éste es quien contrata y marca los sueldos y la organización – jerárquica – del trabajo.

Así las cosas se comprenderá que tal grupo quede excluido, puesto que la dominación ideológica, política, cultural, etc. son consecuencia, sirven de legitimación, de la estructura económica explotadores – explotados, y aunque sean también dominados en este aspecto, puede cometerse le error de permitir a nuestro lado, por muy buena intención y sinceridad que haya en sus palabras, a personas que con sus actos, aunque pueda ser de forma inconsciente, perpetúan lo que se pretende combatir.

Una vez realizada la exposición es clara la imposibilidad de participación de elementos de la otra clase en la Propaganda por el Hecho, ya que ésta procede a socializar sus pertenencias y éstos no están dispuestos a perderlas.

Tampoco en la Acción Directa tienen cabida, ya que ésta, en gran medida, es aplicada en el marco de la explotación económica, lo que los sitúa en frente y partidarios de la Acción Mediada, porque es donde parten con ventaja – al igual que el proletariado en la Acción Directa -. En los campos de la ideología, cultura, política, etc. la participación de estos elementos no es más que la inclusión de una quinta columna en la reivindicación. Por un lado siempre serán más proclives al uso de la Acción mediada, por otro serán tendentes, consciente o inconscientemente, a una postura diferente, cercana a la ya imperante, pues la pertenencia a una clase deriva en una cultura, una moral, una forma de entender la vida en general, propia y característica de la clase a la que se pertenece y de la que es muy difícil sustraerse, máxime si no se abandona el motivo de pertenencia a determinada clase – la relación respecto a los medios de producción.

La Violencia

Una vez realizada la defensa de la Acción Directa y la Propaganda por el Hecho como actos no violentos, no quisiéramos dejar pasar la oportunidad de manifestar nuestra opinión con respecto a la Violencia.

Hemos visto ya como una gran cantidad de veces la violencia de la que se hace uso desde el anarquismo no es ni más ni menos que simple autodefensa en un momento en el que las situaciones se tornan en un “tú o yo”. Sin embargo resulta bien conocido que en otras ocasiones la violencia se hace presente en las acciones de nuestros compañeros, como el referido caso de los atentados de finales del S. XIX.

Hablemos ahora de acciones violentas que podríamos denominar de ataque o lucha armada, en contraposición con la autodefensa.

Dentro de este tipo de violencia podemos distinguir diversos grados, evidentemente no es lo mismo atacar el mobiliario urbano, tiendas o bancos que enviar paquetes bomba o tirotear a una persona.

Afortunadamente lejos quedan los días en los que el anarquismo se hallaba inmerso, aunque solo en parte y por una pequeña minoría, dentro de la espiral del atentado, si bien es preciso recordar, o enunciar para quién no lo sepa, que en múltiples ocasiones éste no fue más que una respuesta a otros atentados, como los perpetrados por el gobierno y la patronal en Cataluña durante los años veinte.

Sin embargo en otras ocasiones no, en otras ocasiones, como a finales del S. XIX, fue una acción de ataque, de ajusticiamiento, de asesinato simple y llanamente, situándose en el mismo escalafón que los verdugos sin necesidad alguna, fuera de toda ética y moral libertaria.

Con respecto a este tipo de atentados y las organización de los mismos, se vivió un fuerte debate dentro de la CNT en los mismos años en los que los pistoleros de la patronal campaban a sus anchas y parte de la militancia confederal pretendía organizar, y de hecho organizó, grupos de respuesta y de ataque contra la burguesía y el gobierno. En este contexto Ángel Pestaña escribió varios artículos al respecto de la violencia, de entre todos ellos quisiéramos resaltar aquí el siguiente extracto “comprendemos que un hombre en el calor de la disputa o de la lucha; comprendemos que un obrero, discutiendo con el patrono le matara; lo que no concebimos es que un hombre se aporte en la esquina de la calle, y cuando el otro pasa, pesando acaso en su mujer y sus hijos hijos, cargue sobre él y le asesine. Nosotros no podemos defender esos porque es repugnante y miserable” [9].

Este tipo de violencia, la del atentado, amen de resultar inmoral y antiética, pues con él abandonamos nuestros más básicos principios, no ya como anarquistas sino como personas, resulta así mismo inútil y extremo contraproducente. Veamos.

En primer lugar resulta inútil, evidentemente no desde el objetivo de matar a alguien (desde este punto de vista es muy eficaz), sino desde el fin perseguido.

Un atentado por venganza no nos resarce o nos devuelve aquello con lo que nos agravian, más aún nos acerca a la posición ética del estado y el capital, donde todo vale [10], pero no nos devolverá a un compañero, ni nos hará ganar un conflicto perdido, ni nos acercará en modo alguno a nuestro objetivo de una sociedad nueva. Desde luego que esta nueva sociedad no podrá ser jamás llevada a cabo si basamos nuestra acción en la repetición esquemas y roles de la sociedad que pretendemos destruir, ignorando y saltándonos por completo cualquier tipo de ética y moral que no esté enferma – por encima de que sea anarquista o no -.

Así mismo no logrará debilitar al capitalismo ni al estado puesto que siempre habrá quien esté dispuesto a ocupar la plaza vacante del difunto. El cercano caso del País Vasco es claro ejemplo de ello, ¿Han tenido las fuerzas españolistas problemas para completar sus listas electorales en algún momento? Quizá en algunos pequeños pueblos sí ¡Qué pírrica victoria!. ¿Y las fuerzas del estado? Todo lo contrario, codazos por tener una plaza allá donde te haces de oro debido al peligro del atentado.

Y el ejemplo, este sí anarquista (o más bien pseudoanarquista), de los atentados de la mal llamada Propaganda por el Hecho, ¿En que benefició al movimiento? ¿Que cosas positivos se sacaron en claro?.

La violencia se mostró, se muestra, negativa de forma clara, justificó la represión y la criminalización. En definitiva es contraproducente porque ¿Qué aspectos positivos se derivan de ella?

Así, más allá de la manifiesta inutilidad para lograr un objetivo determinado, la violencia resulta muy contraproducente para cualquier forma de lucha.

La violencia justifica la represión de cara a la opinión pública contra todo un movimiento, a pesar de que apenas haya en el quienes aboguen por la lucha armada, las detenciones serán numerosas e indiscriminadas y asistiremos a un circo mediático que criminalizará a cualquier persona o acto de ese grupo o movimiento, recordando y relacionando que esos son los mismos, o primos, de aquellos que tanto terror y dolor infringieron. Y ésto hecha por tierra los frutos del trabajo que tardamos años en realizar.

Estamos hartos de verlo en el movimiento libertario en todas las partes del mundo y, otra vez con un ejemplo de casa, hemos asistido a la criminalización y a la represión de todo el movimiento de la izquierda abertzale, tuviera o no que ver con ETA, con la escusa de formar parte del entramado de una banda armada. Esta situación se torna además mucho más complicada aún cuando se es incapaz de contrarrestar el mensaje oficial por nuestros propios medios, algo que sucede siempre desde la llegada de la televisión a los hogares.

Por si ésto fuera poco, al amparo de tales circunstancias se desarrolla el bello arte del montaje policial, vivido en carne propia por aquellos que, por supuesto, nada han tenido que ver con tal o cuál suceso. Si ya tiene que resultar jodido estar en la cárcel cuando se ha hecho algo [11].como habrá de ser cuando tu único delito es tener una ideología y haber desayunado chococrispis.

Pero peor aún que todo ésto resultan las medidas que toman los estados para defenderse.

En España por un lado existieron los GAL, que también sembraron el terror dentro de los movimientos sociales, a pesar de no atacarlos directamente. Pero ésto es un mal menor si lo comparamos con lo que realmente atacaba a los movimientos sociales contestatarios, la ZEN (Zona Especial Norte) y la Ley Antiterrorista, que daban cobertura y legitimidad de cara a la opinión pública (por ser leyes, por la situación que la lucha armada generaba y por la enorme propaganda en su favor que realizaron los mass media ) para militarizar y cometer todo tipo de tropelías contra aquellos que no empuñaban pistolas. Todo ello para que al final ETA haya tenido que reconocer que la lucha armada fracasó, mientras las fuerzas “españolistas” se mantienen impertérritas y la izquierda abertzale ha sufrido persecuciones que no están escritas…

En el caso de Alemania y la lucha de la RAF, podemos ver como por un lado los atentados de ésta les restaron los numerosos apoyos sociales que hasta entonces si habían tenido – con acciones como las expropiaciones bancarias -.. Por otro lado fue utilizado para la criminalización y el intento de aislamiento de los movimientos sociales. Pero sobre todo, la principal consecuencia es que permitió y justificó el fortalecimiento de los cuerpos armados de Alemania en primera instancia, y el fortalecimiento, en segundo lugar, del estado alemán [12]. Es decir la RAF acabó fortaleciendo el mismo estado capitalista que pretendía combatir otorgándole mayor vertebración y prerrogativas inexistentes hasta el momento. ¿Sufrió el estado? ¿Y los movimientos contestatarios?

Otro ejemplo, quizá el más completo, desarrollado y evidente de todos, podemos encontrarlo en los grupos terroristas italianos de los años del plomo. grupos como Brigadas Rojas o Izquierda Proletaria fueron causa y consecuencia de la Operación Gladio, operación que en su máximo desarrollo planeaba incluso un golpe de Estado ante una posible victoria del PCI (Partido Comunista Italiano).

Estos grupos contaban con numerosos infiltrados de la CIA y los servicios secretos italianos, aunque, evidentemente, con una gran cantidad de militantes convencidos.

Pues bien, tanto la CIA como la policía italiana estaban encantados con la existencia de estos grupos, pues sus acciones eran clave para justificar la represión y criminalizar a un movimiento obrero que en el Otoño Caliente de 1969 había logrado muchas e importantes victorias ante el estado y la patronal.

Las acciones terroristas de dichas bandas servían, como decimos, para criminalizar al movimiento obrero, acusando a éste de dar cobertura a ciertos grupos, de que estaba infiltrado por agitadores, etc. y aunque las acusaciones eran falsas las más de las veces, el daño no era nimio. Pero peor todavía, ya que eso resulta casi anecdótico, la propaganda desarrollada por el estado para advertir al proletariado de que aquello de “bueno por conocer” era mucho más siniestro y sanguinario que la podrida estructura estatal dio sus buenos frutos ¡Vaya si los dio! Todo ello mediante la atribución de atentados como el de Piazza Fontana o el asesinato de Aldo Moro – ambos orquestados y ejecutados por los servicios secretos italianos y la CIA – a grupos terroristas revolucionarios de extrema izquierda. Por mucho que mantengamos que de un partido político nada cabe esperar – algo que estas alturas está ya bien interiorizado -, aquellos que se enfrentaban al estado burgués para aniquilarlo es instaurar la dictadura del proletariado se vieron derrotados y utilizados desde un principio por el propio estado que combatían. Derrotados y utilizados, fortalecieron un estado que literalmente se tambaleaba ante la avalancha obrera de finales de los años 60, un estado que realmente veía factible su derrota a manos de masas obreras dispuestas a conquistar lo que les pertenecía, su vida. La vía terrorista se lo arrebató, los amedrentó… y fin del cuento.

Así estas acciones sirvieron para acompañar una desarticulación del movimiento obrero que ya había comenzado en el resto Europa por aquellas fechas.

Así la acción terrorista, auspiciada por los cuerpos de represión, creó un clima de pánico, junto con los atentados de la extrema derecha, que propiciaba, elección si elección también, el triunfo de la Democracia Cristiana sobre el PCI gracias al aglutinamiento del voto de otras fuerzas políticas en la DC. El conocido como voto del miedo. Más aún, el propio PCI, que hasta entonces era tenido por una amenaza por EE.UU., se involucró y cerró filas en torno al estado burgués no queriendo ver que el entramado terrorista era el entramado estatal.

Así la acción terrorista contribuía inestimablemente a dar una estabilidad parlamentaria y de gobierno a un sistema político que por definición era inestable, algo que de otra manera solo podría haberse logrado mediante el ejercito.

Ésto era, ni más ni menos, lo que deseaba EE.UU, los servicios secretos italianos, la DCI y la patronal, un sistema estable con gobiernos aliados del bloque occidental que marginase al PCI y, sobretodo, evitara la posible caída de Italia en la órbita soviética – lo cuál realmente no era más que un sueño puesto que el PCI había roto con el Kominforn en 1956-.

¿Quién se lo sirvió en bandeja contrariamente a sus propios intereses?

 

Quemar un Cajero puede ser un acto cargado de simbolismo.

Sin embargo, y como hemos mencionado anteriormente, atrás quedan aquellos años en los que el movimiento libertario se vio intoxicado por esta forma de lucha y todo parece indicar que, de volver a repetirse – cosa que esperamos no suceda -, el día queda lejos.

Sin embargo si que se encuentra a la orden del día, aunque relativamente debido a la falta de movilización social que existe en España, ese otro tipo de violencia denominada de baja intensidad, ésto es, quema de coches, cajeros, contenedores, rotura de escaparates y mobiliario urbano, etc. Que se suele dar, sobre todo, en manifestaciones y días de paro (como los acaecidos en los pasado paros del 29S y 29M en Barcelona de manera especial).

Sobre este tipo de violencia hay algo que llama poderosamente la atención.

Como hemos dicho anteriormente, cuando hablamos de la Acción Directa, en ocasiones se hace necesario el uso del sabotaje o los disturbios, como elementos de presión cuando ya no queda más remedio, cuando no hay forma de que te escuchen, de que te tengan en cuenta o/y de que te respeten. Entonces se hace necesario, te obligan, a realizar determinadas acciones, porque pacifistas si, pero ni pacíficos ni tontos.

Lo que queremos decir con ésto es que es perfectamente útil y legítimo, si las circunstancias nos obligan, acordar la realización de disturbios, sabotajes o manifestaciones violentas en las que ya todo el mundo sabe a lo que se atiene. Si ves salir a obreros de una fábrica con la cara tapada, neumáticos, aceite quemado, tuercas, etc. Es síntoma inconfundible de manifestación violenta/ disturbio. Sobre ésto nada tenemos que añadir, solo que la necesidad aprieta – como les ha ocurrido recientemente al os mineros -.

De lo que se trata aquí es por un lado de esas acciones violentas, irreflexivas que en ocasiones suceden, como la quema de un cajero una noche cualquiera, sin que exista un conflicto abierto con tal o cual entidad bancaria.

¿A qué objetivo responde tal acto? Se espera acaso que con estas acciones el proletariado tome conciencia de lo malos que son los bancos. Acaso consideramos a la gente chamanes capaces de percibir la verdad y el futuro a través de las purificadoras llamas o, más aún, nos consideramos chamanes nosotros mismos. ¿Cuál será el beneficio de tal acción? Quizá volver a casa más desahogados y con la sensación del deber cumplido en el mejor de los casos, en otros a lo mejor simplemente solo sea por fardar.

Sin embargo ¿Cuáles serán las consecuencias? A buen seguro la criminalización en los términos anteriormente expuestos para todo el movimiento, ya que la criminalización siempre será la misma, o parecida, independientemente de la violencia empleada. También existirá una represión en buena medida mayor que el simple destrozo, y seguro mucho mayor que beneficio obtenido.

Por otro lado están esas otras acciones violentas que se llevan a cabo en un manifestación cualquiera. Las preguntas en en este caso son similares a las anteriores, qué objetivo se persigue, que beneficio nos reporta, si se está preparado para soportar la criminalización de un todo por unos pocos…

Pero aquí las consecuencias son peores ya que por un lado, mientras en los mass media se hablará de los disturbios, apenas mencionarán las reclamaciones exigidas y por otro lado, si uno quiere darse de hostias , o más bien llevaras, con un Robocop cualquiera, ¡Pues adelante! Es muy libre de hacerlo, pero acaso se ha preguntado a quién está a tu lado su opinión, a los ancianos, niños, personas en muletas, o , simplemente, a quien no le apetece y a además no se lo espera.

Estas acciones además le hacen el juego al estado. Hartos estamos de ver como policías infiltrados revientan una manifestación para justificar una carga, como para que encima vayamos a servírselo nosotros mismos en bandeja.

A este respecto resultan absolutamente clarificadoras las consecuencias del último Paro General – 29M – en la provincia del Barcelona.

Todavía en Julio se sucedían detenciones de huelguistas que en algunos casos no habían participado en los incidentes violentos. Decenas de detenidos para qué, ¿Que se logró con semejante despliegue? Más aún, y mucho más importante – puesto que el empleo de tal o cual táctica no ha de medirse en base de los resultados obtenidos -, ¿Qué se pretendía lograr? Acaso se pretendía derogar la reforma laboral, hacer temblar al gobierno o empresarios ¿Realmente se valoró tan nefastamente la coyuntura como para creer que el acto violento era el más adecuado en la movilización? Solo cabe pensar en una intención de desbordar a los sindicatos pactista. Correcto y aceptable, radicalizar la protesta. Pero radicalizar la protesta es ir a la raíz del problema, atacar la base, no violentar una movilización. Muchos bloques críticos, piquetes y manifestaciones radicalizaron la protesta, dentro de sus medios, sin tener que recurrir a los disturbios y por ello las consecuencias han sido muy distintas en el aspecto represivo (no tanto en un aspecto positivo de aunar gente al discurso radical, puesto que este comienza a tener una aceptación positiva en diversas capas de la población). Sin embargo en la situación contraria, el aparato represivo del estado, su maquinaria implacable ha dejado un reguero de represaliados que serán incapaces, aún con todo el apoyo que recibirán, de evitar las penas que les serán impuestas. Cientos de compañeros habrán de dedicar su esfuerzo a esta solidaridad para con los represaliados teniendo que abandonar laborales más productivas para el conjunto.

Así el engranaje represivo se perfecciona cayendo sobre aquellos que no participan en los actos violencia gratuita. Como resultado del giro represivo propiciado por estos actos – aunque posiblemente se diera de cualquier manera cabe pensar que sería un giro más lento y, evidentemente mucho la light – manifestaciones pacíficas, ocupaciones, paralizaciones de desahucios, etc. se penadas con cada vez más gravosas penas ¡El peso de la ley!

Todo por el fetichismo del fuego, todo por ceder al juego estatal, por jugar donde y como quieren que juguemos. ¿Quién no se ha fijado en el calvo 4×4, con extensible en mano, que está apedreando el Starbucks? – y que no apareció en ninguna web de los mossos a pesar de vérsele claramente durante varios segundos -. ¿Es nueva la imagen de policías de paisano reventando una manifestación? No, pero les seguimos el juego y que Santa Barbara reparta suerte – o las consecuencias -.

Y a este respecto hay una pregunta que debería rondarnos la cabeza a todos, aunque la respuesta tal vez tenga variables y muchas, muchas, aristas. Tenemos una serie de manifestaciones violentas, que degeneran en importantes disturbios y que tras los cuales comienza a desarrollarse un discurso por parte de la clase política y los medios de comunicación de criminalización, de necesidad de adaptar la justicia a estas “intolerables actuaciones”, de dotar a las FCSE de las “herramientas necesarias” y preceptivas para atajar a unos indeseables que generan pánico en la población – y venga reportajes de los buenos que son y de lo que nos protegen -. El discurso, generalmente, surte efecto. Y para que todo ello pueda llegar a buen puerto siempre se aseguran de tener a decenas de infiltrados iniciando los disturbios, o siendo de los más activos en ellos – que seguridad da la impunidad -.

Sin embargo, y por contra, tenemos un ejemplo curioso con las últimas movilizaciones mineras en el norte de España. Aquí ya no tenemos manifestaciones violentas [13], aquí directamente tenemos disturbios, sin perder l´tiempu en pijaes. Y disturbios de los buenos, barricadas cortando carreteras y que se defienden durante horas – tanto en vías comarcales, como nacionales y autopistas -, auténticas batallas en las que medio centenar de mineros se enfrentan a un número superior de antidisturbios que son incapaces de avanzar un metro hasta que los mineros deciden retirarse. Escudos antibalisticos destrozados, policías que al caer al suelo son apaleados con barras de de acero… en definitiva, algo mucho más serio y violento de lo que cualquier disturbio usual pueda llegar a ser. Pues bien, a pesar de todo ello no ha habido nadie que se haya atrevido a decir una palabra sobre que si los mineros son terroristas y que hay endurecer el código penal hasta límites insospechados para luchar contra semejante barbarie – Intereconomía y Foropolicía aparte -. Claro, tampoco había infiltrados policiales, aunque no es que fuesen necesarios.

¿Por qué ante lo más violento no se pretendió una respuesta semejante a otros casos por parte de las autoridades?

Que cada uno saque sus propias conclusiones, la respuesta posiblemente no sea sencilla, pero a buen seguro que existe una relación causal entre los infiltrados, lo discursos alarmantes antes, durante y posteriormente, y la estrategia represiva que se sigue posteriormente.

En definitiva,y para finalizar, nos mostramos contrarios a éstos tipos de violencia, tanto por convicción como por estrategia, y al igual que mantuvimos anteriormente, aquellos que la defienden y la practican flaco favor hacen a la lucha que pretenden llevar a cabo y a los compañeros que tienen al lado.

La represión y la criminalización gratuita a la que se somete a todo un movimiento,a toda una lucha, por unos pocos activistas, es un arma mucho más efectiva que todos los arsenales de bombas y metralletas de un ejército.

Fuente: http://elgomeru.wordpress.com/2013/03/30/jjll-de-gijon-accion-directa-propaganda-por-el-hecho-y-violencia/

Portafolio


[11 A este respecto ya los compañeros del grupo Bandera Negra realizaron un esbozo sobre la organización y la violencia en La Idea “Falsos mitos del anarquismo: organización y violencia”, Fuelle nº8. Así mismo resulta muy interesante el texto “Anarquismo y organización” de Rudolf Rocker, disponible en http://www.nodo50.org/juventudesanarquistas/ images/pdf/publicaciones-fija/anarquismo-organizacion. pdf

[2No está de más señalar que los grupos anarquistas violentos han sido siempre un rara avis dentro del anarquismo en cuanto a su número, grupúsclos incomparables a los sindicatos y movimentos de masas como la FORA, la CNT o el zapatismo.

[3Y luego esta panda de tarugos con carné son los que nos evalúan y califican en nuestra juventud, decidiendo quienes han asimilado los conocimientos necesarios para progresar (signifique lo que signifique esa palabra) curso tras curso.

Es un juego interesante dedicarse a analizar donde meten la pata los libros de texto, uno nunca se cansa.

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[4A excepción de la Huelga General Revolucionaria por motivos obvios. Sería cándido cuanto menos, esperar que los opresores reaccionaran favorablemente a una revolución, por lo que evidente que ésta ha de ser violenta desde su inicio, violenta para su defensa, pero jamas sanguinaria.

[5Y decimos de carácter burgués porque el hecho de escoger un cabeza de turco por su distinción dentro de una clase para que dándole un escarmiento el resto de componentes de su clase/ grupo etc. aprendan la lección, se acobarden y cedan es el proceder tradicional del estado y la clase dominante. Una gran similitud con la justicia buguesa

[6Luego ya si instauramos una dictadura del proletariado olvidándonos de la revolución pueden pasar muchas cosas (y ninguna buena)… pero sobre este punto corramos un tupido velo

[7También conocidas hoy día como clase obrera o clase trabajadora la primera, y como patronal/banca, empresariado (e incluso políticos) la segunda..

[8No está de más insistir en que hablamos solo de autónomos con asalariados. Aquellos autónomos sin asalariados padecen la explotación capitalista en carne propia.

[9Pestaña A. “trayectoria sindicalista” ediciones Tebas, Madrid 1974. Pág 401

[10El estado se defiende a través de las cloacas… ¿Acaso somos ratas?

[11Es decir cuando sabes que un comportamiento, una lucha o una acción son susceptibles de ser utilizados para condenarte

[12Para mayor información consultar la revista”contrahistoria” nº 3.

[13Todas las manifestaciones organizadas en los conflictos de la minería están pensadas para ser actos que demuestren el apoyo de las masas a la causa defendida, por ello se cuidan, y mucho, de la existencia de cualquier tipo de altercado.