Este pasado miércoles pasado fuimos a la Audiencia Provincial, con la intención de conseguir una entrevista con uno de los jueces, que debe pronunciarse acerca del recurso presentado por la abogada de Amadeu; sobre la solicitud de refundición de condenas que la jueza del penal 2 de Manresa, Erika López Gracia, había desestimado. Nos presentamos cinco personas, dos abogadxs y tres personas solidarias con Amadeu, y tras algunos contratiempos, pudimos hablar con el magistrado de la sección quinta de la Audiencia Provincial de Barcelona, Sergio Cardenal Montraveta. En un principio, sólo permitieron la entrada de lxs abogadxs; pero tras hacerle saber estxs, nuestro interés por la entrevista y por la situación de Amadeu, al final accedió a recibirnos tras lxs abogadxs. Esta era la primera de las entrevistas previstas, pues al día siguiente, teníamos una cita en el Síndic de Greuges. Ambas entrevistas, ofrecían diferentes espectativas. La del Síndic, de entrada, parecía como más fácil y de la que saldríamos con más garantías. La entrevista con el juez, era toda una sorpresa, pero unx se puede esperar lo peor cuando visita unos juzgados. Pese a estas primeras sensaciones, por mi parte salí con la sensación de mejores espectativas por parte del juez, que en la entrevista con el Síndic. Creo que fue importante, que tras esa inicial negativa a recibirnos a las tres personas del grupo de apoyo, posteriormente accedió y pudimos hablar un poco con él. Le transmitimos nuestra preocupación por la situación de Amadeu, y pese a que no conseguimos ningún compromiso en firme por su parte, no pareció que tuviese ya formado un criterio inamovible. Nos aseguró que estudiaría el caso de Amadeu, pero al mismo tiempo fue muy claro y nos recordó, que él no era el único juez que podía decidir, ya que son tres los jueces que tomarán la resolución. Mi valoración, en base a su rectificación a recibirnos y a su predisposición a escucharnos con atención, es que queda abierta alguna espectativa favorable. Sin embargo, de la entrevista con los responsables del Síndic, no salí con una impresión tranquilizadora. De entrada, los responsables de cuestiones penitenciarias del Síndic nos recibieron a todas las personas que fuímos. En esta ocasión éramos, la madre y la abogada de Amadeu, y dos personas solidarias. Aquí no tuvimos ningún problema, todo fueron facilidades. Por parte del Síndic, eran dos personas, Ignacio García Clavel y Jordi. Les pusimos al día sobre la actual situación de Amadeu y sobre su estado de salud. Les hablamos de cómo Amadeu nos había explicado que la comida de dicha prisión era muy deficitaria. De cómo no había tenido oportunidad de hacer ningún tipo de rehabilitación, ni con la comida, ni con la parte física. Que el dolor de las piernas, no le permitía dormir y como, incluso el contacto de la piel con el pantalón, le producía dolor. Que llevaba ya suficiente tiempo en Brians 2 como para que hubiese iniciado algún tipo de recuperación y que le hubiesen traído ya de Quatre Camins, las pertenencias personales que todavía tenía allí. También les comentamos las dificultades que estaban poniendo, para propiciar una visita de una doctora del exterior y de confianza nuestra. Parecía que de todo lo que les íbamos explicando, tomaban puntual nota, y además lo hacían los dos. De tanto en tanto nos hacían algún comentario sobre lo que les explicábamos y reconocían que todo eso tenía que ser de otra manera. Una vez pudimos exponerle esas cosas, de una manera muy amigable, Ignasi clavel, fue explicándonos que conocía desde hacía tiempo a Amadeu y que coincidían en muchas cuestiones sobre cómo debía de ser el sistema penitenciario. Poco a poco, siguió con su relato y nos dijo que nos iba a explicar el acuerdo al que, la institución penitenciaria y Amadeu, habían llegado; pues no era lo que nosotrxs habíamos difundido por internet. La abogada sacó una hoja con nuestros comunicados, y le corrigió y el Sr. Ignasi rectificó diciendo que, no se refería a nosotrxs en concreto, sino a grupos de apoyo e hizo mención especial de uno de Alicante que no paraban de enviarle e-mails. Su acompañante, Jordi, apenas intervenía. Nos relató su encuentro con Amadeu cuando estaba con la huelga de hambre, y aseguró que fue el propio Amadeu el que puso un plazo de tiempo y que él le pidió, que a ese tiempo se le pudiera poner un margen negociable y «razonable», pero que ese plazo de tiempo, era para los primeros permisos y no para el tercer grado. A lo largo de su explicación, dejó caer varias cosas que me llenaron indignación, y que por respeto a lxs compañerxs y a la madre de Amadeu, me callé y aguanté sentado en la silla. Creo que el Sr. Ignasi, quiso ser simpático. O quizás, quiso provocar un poco. Él mismo nos explicaba que le había dicho a Amadeu que fuese con cuidado con las provocaciones y que intentara no responderlas; pues eso dificultaría el proceso. El Sr. Ignasi dejó caer que hablando con toda cordialidad con Amadeu, le dijo: «oye Amadeu, ¿tú anarquista?, antes quizás, pero ahora…». Como eso no era suficiente, prosiguió diciéndole, «¿sabes que te utilizan…?». Y por si no era bastante, nos recordó que Amadeu no había sido un delincuente espectacular, sino más bien del montón. Quizás el Sr. Ignasi, se cree que el aprecio a Amadeu se le tiene por su ficha penal, quizás porque puede que eso sea lo que le fascina al Sr. Clavel, las espectaculares fichas penales. También el Sr. Clavel prefiere ignorar que, en todo caso, a Amadeu lo está utilizando mucho más él, que todas las personas anarquistas juntas que le han apoyado. Me quedé con las ganas de decirle que, en una prisión, no se puede ser anarquista por mucho que uno lo sienta; y sobre todo, si llevas más de veinte años entrando y saliendo. Nunca he sido partidario de llamar anarquista a nadie, ni tan siquiera me denomino anarquista a mí mismo; pero que sea el Sr. Ignasi el que ponga en cuestión si Amadeu es o no es anarquista, me parece poco menos que penoso. Después de toda esa serie de comentarios, y alguno más que ya no atino a recordar, la indignación me hizo perder la concentración en lo que se estaba diciendo allí, para centrarme en intentar contenerla. Sólo recuerdo claramente ya, que retiraba mi silla porque estábamos levantándonos para irnos. Ahí, fue cuando dijeron que nos acompañaban a la salida. La madre, la abogada, el compañero del grupo de apoyo y el Ignasi se dirigieron al ascensor. Jordi dijo que bajaba por las escaleras y que nos esperaba abajo. Yo también me decidí a bajar por las escaleras y seguí los pasos de Jordi. No sé cuantas plantas eran, pero demasiadas para que Jordi aguantase en silencio todo ese rato. De repente me dijo, como intentando convencerme, que muchos presos se creían que los permisos eran un derecho, y que no era así, que los permisos formaban parte de un proceso… Recuerdo que cuando empezó a decirme todo eso, se cruzó con nosotros en las escaleras una mujer joven, y que el tal Jordi la siguió con la mirada ese breve espacio de tiempo que estuvo en su campo de visión. Llegando abajo, seguía con su teoría…, pero yo ya no podía seguir aguantando el tipo en silencio, y le dije todo lo tranquilo que pude, que los permisos son un derecho por el supuesto carácter reinsertador de la prisión y que la reinserción era un derecho principal reconocido en sus leyes y que los permisos obedecían a esa hipotética reinserción. Estaba dispuesto a no dejarle continuar hablando, pero afortunadamente llegó el ascensor y bajaron de él sus ocupantes. Nos despedimos, y al salir, ví que los responsables del Síndic, se quedaban en la puerta. Nos detuvimos un momento al lado de la salida para ver en qué dirección nos íbamos. La parada fue un poco más larga de lo «normal», pues el compañero había quedado en encontrarse con otra persona, para entregarle algo que se había olvidado. Al rato, los responsables del Síndic, pasaban delante nuestro y se excusaban diciendo que tenían que entrar en su despacho por la calle. Que raro, no nos recibieron en su despacho. Algo en teoría tan natural como salir a la calle con nosotrxs, lo hicieron tan raro, que después se vieron en la necesidad de dar explicaciones. Sinceramente, me pareció más sincero el juez que los del Síndic. El Sr. Ignasi se comprometió a ver a Amadeu la semana que viene. Ya veremos hasta donde nos lleva este camino; la compañía no me pareció nada grata. Pero bueno, sólo son impresiones.