Hace más de un año se iniciaba un conflicto laboral en nuestro pueblo entre las trabajadoras del estanco y su propietario. La situación de precariedad laboral, que venían sufriendo desde tiempo atrás, llegó a una situación límite que supuso un punto de inflexión en las relaciones con la empresa. Una de las trabajadoras, con 18 años de antigüedad, ni siquiera había conocido mejoras salariales en tan dilatado período de tiempo.
La exigencia de trabajar los domingos, fuera de su jornada semanal habitual y sin remuneración ni reconocimiento alguno, fue la gota que colmó el vaso.
En tales circunstancias, las trabajadoras deciden organizarse y formalizan la constitución de una sección sindical de CNT con el objetivo de denunciar y luchar por cambiar esta situación insoportable e insostenible.
En esta nueva circunstancia, se convocó al empresario a una primera reunión, a lo que contestó con una tajante negativa aduciendo que no se reuniría con ningún sindicato. Las reivindicaciones que se iban a poner sobre la mesa eran las siguientes:
1º.-Reconocimiento de las horas que trabajan, aumentando la jornada laboral a 30 horas semanales (tenían un contrato a tiempo parcial de 20 horas semanales), horario que llevaban superando con creces desde hace tiempo, y aún más desde que trabajaban domingos y festivos.
2º.- Regularizar contratos y nóminas conforme a la ley.
La CNT inició una campaña de presión, y desde sindicatos de todo el país se enviaron faxes a la empresa en apoyo de las trabajadoras, a la vez que se puso una reclamación de cantidad. Tras aceptar la empresa reunirse con las trabajadoras, pidieron el cese de envío de faxes (que se cumplió inmediatamente) y retirar la reclamación, lo que se haría tras la firma de un preacuerdo al que se llegó. Pero la empresa no cumplió con lo preacordado, no modificó las nóminas y siguió en sus trece.
Desde la CNT se emprendieron nuevas acciones, como la denuncia ante la Inspección de trabajo, a la vez que el empresario iniciaba movimientos de confusión para desviar la atención sobre el núcleo central de la problemática laboral en su empresa. Su actitud con respecto a las reclamaciones era la típica de quien cree que no existe el derecho laboral: “Ahí está la puerta”.
Sin embargo, en julio de 2014, hace prácticamente un año, la CNT se satisfacía en informar al pueblo de que el conflicto se daba por terminado, pues se habían conseguido los objetivos. Se consiguió que las nóminas se regularizaran conforme a horario y sueldo, es decir, que se dieran las horas que marcaba su contrato y cobraran lo que realmente les correspondía. También recibieron la visita del grupo de prevención de riesgos laborales, habían pasado el preceptivo reconocimiento médico, derechos que no habían sido reconocidos hasta ese momento. Además, la satisfacción era mayor porque se había contratado a una trabajadora más para cubrir la venta de la prensa los fines de semana.
Objetivos frustrados: al mes siguiente, el sindicato volvía a reabrir el conflicto, pues el empresario, cumpliendo una inicial amenaza, acabó despidiendo a la compañera Susi, delegada sindical. Los motivos del despido, que causan verdadera estupefacción, rubor e indignación, se basaban en que la trabajadora había mantenido actitudes de confrontación, llegando al “insulto” y la “difamación” a través de redes sociales; que había mostrado dejadez en el trabajo y ausencias injustificadas; se la acusaba de desajustes en el inventario o de no avisar al empresario cuando llegaba un representante. El sindicato calificó estas acusaciones como falsas, ridículas, patéticas e indignas, sobre todo a una trabajadora que, tras 18 años en la empresa, no había sido acreedora de queja alguna, y que únicamente había pretendido reclamar lo que la misma legislación laboral española dice que le pertenece. Tanto la trabajadora despedida como el sindicato habían mantenido desde el principio una actitud conciliadora, y la puerta abierta siempre a llegar a un acuerdo, actitud que se encontró con el muro de la soberbia, el autoritarismo y la incomprensión por parte del empresario.
El sindicato continuó posteriormente tenaz en su lucha, realizando concentraciones ante la puerta del estanco, grabando un vídeo con múltiples muestras de apoyo, etc. Al fin, el próximo 8 de julio se celebrará el juicio sobre el despido de Susi, que para nuestro entender sólo debe tener una sentencia: NULO, porque se ha basado en la vulneración más flagrante de los derechos laborales, en la difamación personal contra una trabajadora y en la persecución sindical. Por todo ello, hasta el último momento, la CNT está ahora más que nunca con la compañera Susi.